El hambre que viene: la crisis alimentaria y sus consecuencias.
(Paul Roberts, editorial Información
Crónica, 6,5 €)
En esta entrada del blog resumiré
las principales conclusiones del libro “El hambre que viene” del periodista
Paul Roberts, corresponsal de varios periódicos y revistas en EEUU. Las citas
que aparecen son datos que he buscado en otras fuentes para complementar la
información.
Portada del libro.
Debido a
las consecuencias del
cambio climático, incluso
basándonos es las
estimaciones más conservadoras,
el aumento de las
temperaturas y los
cambios de los
patrones de frecuencia
de las lluvias y
las tormentas conllevarán
una disminución de
la producción mundial
de alimentos que coincidirá
con un crecimiento
de la demanda mundial.
Sobre 2070 algunos cereales
como el trigo serán
imposibles de cultivar
en lugares donde hoy
se crecen con éxito.
Bastante antes
de esta fecha, el
petróleo, probablemente
el insumo más importante
de la producción
moderna de alimentos
(sirve de combustible
de los tractores
y de toda la
cadena de transporte,
materia prima de
fertilizantes y pesticidas),
se agotará irremediablemente
pues desde el año
2006 (enlace) se extraen
menores cantidades
lo que ha provocado
que los precios de
los alimentos se tripliquen
(enlace). La práctica
totalidad del desarrollo
que este sistema ha
experimentado en los
últimos cincuenta
años, desde la capacidad
de aumentar la fertilidad
industrialmente hasta la
de transportar alimentos
a las naciones
dependientes de las
importaciones, no podría
haberse logrado sin
la energía barata, y
probablemente este sistema
no podrá mantenerse
en un mundo en
que los precios de
la energía sean elevados.
Reparto del trabajo realizado por animales domesticados, seres humanos y máquinas en la economía estadounidense desde 1850 hasta la actualidad.
Energía aportada por fuentes no renovables (combustibles fósiles y nuclear) vs energía aportada por fuentes renovables (hidroelectricidad, biomasa y alimentos )en la economía de EEUU.
La llamada revolución verde o industrailización de la agricultura aumentó el flujo de
energía a la agricultura por 50, en algunos casos por 100. Un estadounidense
consume al año de media unos litros de petróleo para su alimentación: 1512
litros de petróleo repartidos de la siguiente manera: 31% para producir
fertilizantes inorgánicos, 19% para la operación de maquinaria agrícola, 16%
para transporte, 13% para la irrigación, 8% para la crianza de ganado (sin
incluir el alimento), 5% para secar la cosecha, 5% para la producción de
pesticidas y 8% para usos varios. Los
costes de energía para embalaje, refrigeración, transporte al comercio
minorista y la cocina doméstica no han sido considerados en estas cifras pero
se estima que para la producción de una
kilocaloría de comida se requieren 10 kcal de combustibles fósiles. (enlace).
Este gráfico muestra la directa correlación entre la productividad agrícola y el uso de petróleo. (enlace)
La escasez de
agua es otra
de las grandes amenazas
que afectan a los
agricultores. La agricultura
consume el 75% del agua dulce utilizada por el ser humano y
la demanda creciente
está agotando los recursos
hídricos de todas
las regiones del mundo,
desde el norte de
África y China,
hasta EEUU. Los mayores
acuíferos de las
principales regiones
agrícolas del mundo
corren el riesgo
de agotarse en los
próximos treinta años
debido a la
sobrexplotación ya que se extrae mucha
más agua de la
que recarga estos acuíferos
mediante la infiltración
del agua de lluvia.
Cada vez hay que
cavar más profundamente
utilizando más petróleo
en los bombeos.
(enlace). Menos de un 0,1% del agua subterránea almacenada extraída anualmente
es remplazada por las precipitaciones. El gran acuífero Ogallala que provee a
la agricultura, la industria y el uso doméstico en gran parte de los estados de
las llanuras del sur y el centro sufre un uso excesivo de un 160% sobre su tasa
de recarga. El acuífero llegará a ser improductivo en algunos decenios.
(enlace).
Extracción
de agua, agricultura y petróleo están
muy interrelacionados: un
claro ejemplo es Arabia
Saudí donde se irrigaban
terrenos en el
desierto para producir
cereal. El agotamiento
de los acuíferos
y la necesidad
de usar este agua
para extraer el petróleo
han forzado a esta
dictadura fundamentalista
apoyada por EEUU
y la UE a
acaparar tierras en
países empobrecidos
para asegurarse su
abastecimiento de alimentos
a expensas de las
poblaciones de estos
desdichados países.(enlace).
La uniformidad en
el cultivo
de especies ha provocado
que la humanidad
se alimente de unas
cuantas especies
de cereales, leguminosas
y animales.
Además las plantas
se han diseñado de forma
que puedan recogerse
fácilmente de forma
mecanizada
en grandes explotaciones.
Para ser más competitivas
las grandes explotaciones
pecuarias aumentan
la producción para
reducir el coste
por unidad además de
externalizar los impactos derivados
de los residuos
que generan y explotar
a una mano de
obra precaria mayormente
emigrante.
Fast food nation es una buena película para ilustrar este tema.
Por ejemplo en EEUU
para que una granja
de pollos fuera rentable
tenía que producir
en torno a 32
millones de estas
aves al año. A
día de hoy debe
producir 260 millones.
Los pollos
en EEUU consumen una sexta
parte de los cereales
producidos
en un año.
La producción de alimentos,
aparte del agotamiento del petróleo,
del cambio climático, la pérdida de
suelos por erosión
y de la escasez
de agua por la
sobrexplotación
de los acuíferos, sufre una
seria amenaza: la proliferación de
plagas y enfermedades infecciosas.
Un sistema basado en
la producción y
distribución de grandes
volúmenes, bajos costes
y distribución rápida
a nivel mundial conlleva
que ciertos agentes patógenos
que en el pasado
parecían aislados,
puedan hoy en
día propagarse entre
países y regiones
con mucha más facilidad.
La velocidad de la
distribución provoca que
los alimentos contaminados
lleguen a los
hogares de los
consumidores mucho antes
de que se detecte
el problema.
El aumento
de enfermedades de
origen alimentario
es un fenómeno
común aunque el riesgo
es mayor en países
empobrecidos. El ansia
por producir proteínas
baratas ha proporcionado
a los agentes patógenos
todas las facilidades
para entrar en el
sistema de producción
y distribución de
alimentos sin que
empresas ni estados
puedan impedir que
se conviertan en
pandemias.
Estos microrganismos son extraordinariamente resistentes
y potentes:
una única gota de
sangre de pollo
contaminada por Campybacter
basta para producir
fiebre, calambres
y dolor abdominal.
Por su parte, la
salmonela permanece
con vida en los
congeladores y no
la mata el alcohol
de 42,5º.
Las enfermedades ligadas a la
producción de alimentos se explican por el hacinamiento
de los animales en granjas donde conviven con sus propias heces y orines,
por la producción a gran volumen que requiere una manipulación en grandes
cadenas de despiece, envasado y transporte a nivel mundial que hace que lo
patógenos se distribuyan en pocos días. Otro factor a tener en cuenta es el
diseño de animales destinados expresamente a producir mucha cantidad de carne
de ciertas partes: pechuga en pollos, lomos en terneras... esto provoca que
casi todo el alimento ingerido por estos animales se destine a producir carne
de estas partes debilitando así el
sistema inmunológico y el esqueleto. Además la alimentación basada en
cereal, que contiene muchos azúcares, provoca acidificación en el estómago de
estos animales que tienden a desarrollar enfermedades
del aparato digestivo.
Para luchar contra estas
enfermedades se produce una guerra
armamentística similar a la eliminación de insectos en la agricultura.
Grandes cantidades de antibióticos provocan que los patógenos se hagan cada vez
más resistentes. La industria pecuaria
consume la mitad de los antibióticos mundiales.
La gripe aviar, porcina, el H5N1, los pepinos infectados por E. Coli etc...
no son más que los primeros avisos ante una posible pandemia mundial que se
pueda descontrolar. El cada vez más agotado petróleo provocará unos
rendimientos cada vez menores en el sector de la producción de alimentos
también. El sistema se adaptará disminuyendo costes lo que puede llevar a menor prevención y control de enfermedades.
La producción de carne es una
actividad que genera graves externalidades en forma de residuos además de
requerir grandes insumos de cereal. A nivel medio se necesitan 20 kg de cereal para un kg de carne de
vacuno 7,3 kg para un kg de cerdo y 4,5 kg de cereal para un kilo de pollo.
Quien centra su dieta en la carne para conseguir 2.500 calorías
requiere una hectárea y media de terreno destinado a ganado. Si la misma
persona basa su dieta en trigo, podrá alimentarse con la octava parte de una
hectárea. Media hectárea cultivada con arroz y legumbres puede dar de comer
a seis personas. (enlace)
En Sudamérica, casi el 75% de la superficie forestal ha desaparecido para ser
convertida en pastizales. En China el pastoreo excesivo transforma en desierto
unos 3600 km2 al año. (Una tercera parte de la provincia de Sevilla).
En EEUU, en cambio, el 90 % de la cosecha de cereales -maíz,
centeno, avena y soja-, descartando las exportaciones, se destina a la fabricación de piensos para el consumo animal. El 40%
del maíz es para producir agroetanol, es decir que alimenta a los coches no
a las personas. (enlace)
¿Alimentar a personas o a coches?
Como hemos visto, tres recursos básicos están disminuyendo en
todo el planeta: tierra, abonos y agua. La producción de carne no sólo
esquilma los dos primeros, sino que despilfarra grandes cantidades de agua. Un
huerto utiliza 1.300 litros de agua diariamente para producir el alimento de
una persona vegetariana. La dieta occidental media consume en cambio 10.000
litros diarios para alimentar únicamente a una persona. Producir un Kilo ce
carne nos cuesta a la humanidad veinticinco veces más en recursos que el mismo
Kilo de vegetales. (enlace)
Huella hídrica de diferentes productos.
Según un estudio del banco
mundial, sobre el año 2050 el mundo
tendrá que alimentar al doble de personas con la mitad del suelo (enlace). La
pérdida de suelos es producida por métodos de producción muy agresivos que
dejan el suelo completamente desnudo y desprotegido ante las lluvias.
Recordemos que el precio de los fertilizantes sintéticos no hace más que
aumentar debido a la escasez de petróleo y próximamente gas natural cuyo precio
se ha multiplicado por 3 desde 2002.
Un suelo maduro puede tardar siglos en formarse mediante la simbiótica relación entre plantas, bacterias, hongos, pequeños animales, roca, agua y aire.
Se requieren 500 años para formar
3 centímetros ce capa superior de suelo (enlace). En un entorno natural, la
capa superior del suelo está compuesta de materia vegetal descompuesta y de
roca descompuesta, y está protegida de la erosión por plantas en crecimiento.
En un suelo ocupado por cultivos intensivos, la erosión reduce la productividad
hasta en un 65% por año.
Las principales funciones ecosistémicas que cumplen las
cubiertas vegetales son las siguientes:
- Reducen drásticamente las pérdidas de suelo causada por la erosión.
- Aumentan la infiltración de agua en el suelo, especialmente en periodos intensos de lluvia recargando los acuíferos.
- Reducen la evaporación del agua del suelo en la primavera y verano.
- Aumentan la biodiversidad: Conservan la mesofauna del suelo (artrópodos, Lombrices) y las poblaciones de aves que nidifican en el suelo.
- Atraen las precipitaciones a través del mecanismo de bomba biótica: la vegetación retiene el calor emitido por el Sol que se libera mediante la respiración de las plantas durante la noche emitiendo CO2 y vapor de agua que condensan la humedad del ambiente y atraen vientos húmedos del Océano Atlántico adyacente. Se calcula que en torno a la mitad de las precipitaciones del Amazonas responden a este mecanismo. (enlace)
Además, el aumento en el uso de abonos sintéticos nitrogenados que se infiltran
en el suelo y aceleran la contaminación de
los sobrexplotados acuíferos. Este nitrógeno se oxida formando óxido nitroso,
un potente gas de efecto invernadero que junto con el metano producido por la
cabaña ganadera aceleran el calentamiento global.
El uso de pesticidas u plaguicidas tiene graves externalidades. Los
organofosfatos y carbamatos fueron incluso probados como gases nerviosos por
algunos ejércitos. Los insecticidas empleados matan no sólo a los insectos que
comen la cosecha sino a los insectos beneficiosos como abejas y otros
polinizadores y organismos que contribuyen al equilibrio, el reciclado de
nutrientes, el ciclo del agua y la productividad de los suelos.
Los pesticidas y herbicidas, al
igual que los antibióticos suelen requerir mejoras y modificaciones ya que
dejan de funcionar ante la resistencia que crean los insectos y plantas
silvestres.
En cuanto a la pesca, según la
ONU el 80% de los grandes bancos de peces está sobrexplotado. Por último, decir
que la acuicultura actual es igualmente parte del problema solución
ya que los peces en cautividad se crían con pienso de otros peces menores
capturados en alta mar y por la contaminación provocada por los excrementos de
los peces criados en cautividad.